En este clásico restaurante cordobés se puede conocer una carta de platos y entrantes tradicionales que no fallan, un compendio de gastronomía popular que presta atención al producto autóctono y las costumbres de una región que vive profundamente arraigada a su cultura gastronómica. La oferta se despliega en un espacio con encanto y rincones mágicos como el bonito patio interior. Es llamativa su bien formada bodega que contiene una amplia selección de vinos de la tierra, los propios de la particular denominación de origen Montilla-Moriles.
Hemos mencionado el carácter tradicional de la carta, no obstante, en Puerta Sevilla han sabido adaptarse a los tiempos y la vanguardia aparece numerosas veces, pero siempre sin quitar protagonismo ni enmascarar la esencia. «Creemos en el equilibrio entre creatividad y tradición gastronómica» es su máxima, la frase con la que sintetizan su misión como espacio gastronómico.
Aquí se desarrolla una cocina exacta y precisa a partir de los mejores productos de mercado. El equipo de cocina sabe combinar los sabores tradicionales con las técnicas más innovadoras. Este es un rasgo muy bien valorado por la clientela habitual, que acude con frecuencia para divertirse con los platos de temporada.Puerta Sevilla
Para los carnívoros hay platos como el tartar de presa, todo un espectáculo de sabor que rivaliza en popularidad con el foie casero con confitura de fresa y helado de higo o los cortes de vacuno y cordero que se preparan respetando el punto exacto de la carne. La prueba del absoluto dominio que tienen desde cocina con los productos de origen animal se concentra en el plato de solomillo ibérico servido sobre migas crujientes de almendras fritas en aceite de oliva y reducción de vino Pedro Ximénez. Una creación rotunda en la que se entremezclan sabores dulces y salados. En cuanto a los pescados, varían según disponibilidad en el mercado. Por lo general la merluza está siempre presente y se sirve con guarniciones como la crema de guisantes sobre verduritas de temporada.
Puerta Sevilla
Es habitual encontrarse con una serie de eventos dedicados a un producto en concreto o técnica de cocinado. Las jornadas más aplaudidas son las del asado, en las que se puede disfrutar de esta técnica aplicada al cordero, al codillo o al cochinillo. Durante los meses fríos es el turno de los platos de cuchara y preparaciones hechas con tiempo y cariño. Una de las últimas jornadas en activo fue la del tartar, en las que casi durante un mes se sirvieron interesantes propuestas como el tartar de bacalao con mango, cebolla brunoise, huevas de trucha, salsa asiática y alioli de aguacate o el tartar de atún con mostaza a la antigua, caviar, pepinillos, cebolla, salsa de soja, alioli negro y gel de pimientos del Piquillo. Ideas sumamente interesantes con las que mirar la modernidad sin olvidar la tradición.