Córdoba es una ciudad milenaria, prueba de la convivencia y del mestizaje, y guarda en sus calles empedradas el ejemplo vivo de esto. En ocasiones, la Mezquita-Catedral y su brillo opacan las increíbles iglesias fernandinas que se pueden visitar en la ciudad, y que tienen una historia fascinante. Hoy te queremos hablar precisamente de estas joyas del medievo cristiano, que se levantaron tras la llegada del conquistador Fernando III el Santo. Y que, entre otras tantas cosas, son un testimonio vivo del nacimiento de una Córdoba totalmente nueva: cristiana, sí, pero marcada por un pasado islámico.

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La huella de Fernando III en Córdoba
En el año 1236, el rey Fernando III de Castilla y León conquistó Córdoba. De este modo, puso fin a más de quinientos años de dominio musulmán. La entrada de este conquistador marcó un hito político en la ciudad, así como religioso y cultural. Porque a partir de ese momento se vivió un profundo proceso de cristianización del espacio urbano. Con la llegada de este rey, se transformaron las mezquitas y se erigieron nuevas iglesias, buscando así afianzar el poder cristiano y transformar la fe de la sociedad.
El monarca dio una orden clara: había que construir una red de templos que pudieran servir como centros espirituales y, además, administrativos y sociales. Alrededor de veinte iglesias (de las que hoy se conservan una docena) se distribuyeron de forma estratégica por toda la ciudad, formando lo que se conoce como el anillo fernandino.
Como hemos señalado, el propósito no era solo religioso. Cada una de ellas era símbolo de una nueva orden. Todas estas iglesias debían ser capaces de integrarse en el tejido urbano que había sido heredado del islam, pero mostrar a la sociedad la presencia cristiana. ¿Cómo lo hicieron? Aprovechando materiales y estructuras de antiguas mezquitas, dando así lugar a un estilo muy ecléctico: una mezcla de lo románico, gótico y mudéjar.
No se vivió solo una conquista de la ciudad, sino que se dejó una fuerte impronta espiritual que dura incluso hasta el día de hoy. Porque fue gracias a ese impulso que Córdoba pasó a ser un punto clave a la hora de entender la transición que hubo del arte islámico al cristiano en toda la Península.
Breve contexto histórico de las iglesias fernandinas
Tras la famosa reconquista, se procedió a lo que posteriormente se llamó repoblación cristiana de Córdoba. Esta se organizó en parroquias, y era obligatorio que cada barrio tuviera su propio templo. En este contexto, las iglesias fernandinas fueron las encargadas de articular esa nueva vida.
Todas estas construcciones se levantaron entre mediados del siglo XIII y comienzos del siglo XIV, con un estilo muy particular. Este fusionaba todos los modelos arquitectónicos del norte de la península con una tradición local andalusí. Como resultado, obtenemos algo muy original y representativo: templos sobrios en su planta, pero totalmente decorados con una delicadeza que había sido heredada claramente del mundo islámico. Es más, en algunos templos (sobre todo los vinculados a órdenes militares) se pueden apreciar influencias del estilo santiaguista, con detalles asociados a la Orden de Santiago.
Lo cierto es que estos templos sufrieron multitud de reformas, ampliaciones e incluso reconstrucciones. No obstante, en muchos de ellos sí que se puede apreciar esa estructura primitiva, permitiéndonos así apreciar su verdadero valor histórico.
Principales iglesias fernandinas que debes conocer
Aunque originalmente fueron más, hoy se conservan apenas una docena de iglesias fernandinas que están distribuidas por el casco histórico de Córdoba. Cada una de ellas posee un encanto particular, así como detalles que reflejan su evolución y su historia. Te vamos a hablar de las más destacadas, y de las que de ninguna manera te puedes perder si haces una visita a la ciudad:
- San Lorenzo. Es considerada una de las iglesias más bellas, y un auténtico referente del arte fernandino. Cuenta con una portada principal que es un rosetón de piedra tallada y una elegante espadaña, recordándonos ligeramente a las catedrales del norte de Castilla. Además, en su interior conviven los retablos barrocos con restos del templo original, que data del siglo XIII.
- Santa Marina. Esta iglesia es una de las más famosas de Córdoba debido a ese aspecto fortificado que tiene su exterior, convirtiéndose así en una de las más imponentes. Tiene una fachada sobria, poderosa, con contrafuertes y rosetones, haciéndola parecer casi una catedral en miniatura.
- San Andrés. Muy cerca de la plaza de la Magdalena, otro rincón icónico de la ciudad, se encuentra esta iglesia que destaca por su bella portada gótica y por tener un interior muy luminoso. En ella encontramos combinados elementos tanto románicos como mudéjares, fruto de una gran cantidad de reformas.
- San Nicolás. Se ubica cerca de la antigua Judería, en pleno corazón del centro, y es una de las más representativas de ese estilo gótico-mudéjar cordobés. Cuenta con una torre campanario que fue levantada sobre un antiguo alminar islámico, y es la que dominga por completo el paisaje urbano.
- San Miguel. Esta iglesia fue construida sobre una antigua mezquita, y eso hace que mantenga la orientación original hacia el sureste. Pero su interior contrasta con esto: tiene un interior gótico, con una torre mudéjar y una portada de arcos apuntados.
- San Agustín. Es majestuosa, tiene una gran verticalidad y, además, combina esa sobriedad del estilo primitivo con un aire totalmente monumental. La fachada es barroca, pero en su interior aún encontramos restos medievales que nos retrotraen a ese pasado fernandino.
Detalles arquitectónicos y artísticos destacados
Hay ciertos rasgos que son comunes a todas estas iglesias fernandinas, y que permiten que las puedas reconocer prácticamente de inmediato pese a que no seas un experto en arquitectura:
- La mayoría de ellas tiene una estructura de tres naves, con una nave central más alta y dos laterales más bajas. Se encuentran separadas por arcos o bien apuntados o bien de herradura.
- A diferencia del ábside del románico, que suele ser semicircular, en este caso se ha apostado por un testero plano. Sin duda, esto es una clara influencia mudéjar.
- Se usan materiales más humildes, como el ladrillo o la piedra, pero siempre trabajados con una gran maestría. Esto hace que, además, tengan ese plus de calidez y textura.
- Las portadas góticas o mudéjares suelen estar decoradas con alfices, motivos vegetales… Y son un claro ejemplo de la transición entre el mundo islámico y el cristiano.
- En el presbiterio, que es la zona que rodea al altar mayor, se suele concentrar toda la decoración más rica del templo.
- Donde antes se encontraba un alminar, ahora se encuentra una torre – campanario.
Pero ¿y en el interior? ¿Qué podemos encontrar que las diferencia del resto? Lo habitual es hallar tres claves totalmente diferenciales:
- Las bóvedas de crucería y los artesonados de madera, que traen consigo una influencia mudéjar y castellana.
- Los retablos tanto barrocos como renacentistas, que se añadieron siglos después y enriquecen notablemente el conjunto histórico.
- Y, por último, restos arqueológicos visibles. Estos son la evidencia de que hay una superposición de culturas.
Consejos para visitar las iglesias fernandinas
Te recomendamos encarecidamente que, si haces una visita a Córdoba, no dejes escapar la oportunidad de visitar las iglesias fernandinas. Y te dejamos cinco consejos con los que las disfrutarás como nunca:
- Sigue siempre una ruta ordenada. Puedes comenzar por la Judería y por las más céntricas, empezando por San Nicolás, San Miguel y San Pablo, y avanzando a otras más externas como Santa Marina, San Lorenzo o San Andrés. De esta manera, podrás descubrir muchos barrios de Córdoba en tu paso.
- Elige bien el momento del día. Lo mejor es a primera hora de la mañana o durante el atardecer, para así conseguir que la luz te proporcione las mejores fotografías.
- Consulta previamente los horarios de apertura y, además, aprovecha todas las rutas guiadas que encuentres.
- Busca detalles ocultos y no te quedes en lo que se ve a simple vista: fíjate en los grabados, los capiteles, los techos…
- Si puedes, visítalas en Semana Santa. Estarán llenas de vida, de música y de arte.