Una turista estadounidense, sin palabras por lo que le sirven en los bares de Córdoba: «Estamos comiendo historia ahora mismo»

Una turista estadounidense se ha quedado sin palabras al probar algunos de los platos más emblemáticos de la cocina cordobesa durante su recorrido por la histórica ciudad andaluza. En un vídeo publicado en YouTube y titulado “Tour gastronómico por CÓRDOBA, ESPAÑA Día completo de comida y vino imprescindibles”, Brigitte Oger-Salazar muestra su asombro ante la riqueza cultural y culinaria de la ciudad de Córdoba

turista de USA

Desde primera hora de la mañana la visita comienza con una parada obligada en uno de los monumentos más famosos de España: la Mezquita-Catedral de Córdoba. En el vídeo la autora expresa su fascinación por este espacio religioso único, describiéndolo como “una representación de dos culturas”, en referencia a la fusión arquitectónica entre el islam y el cristianismo. El monumento declarado Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO, impacta a la viajera incluso antes de entrar y marca el inicio de una jornada marcada por la historia y la gastronomía local.

El recorrido continúa con una visita al Bar Santos a escasos pasos de la Mezquita. Este local es reconocido por su tortilla de patatas de proporciones impresionantes: “Muy muy potato heavy”. Destaca la textura suave del plato, que califica de “super potatoey” y lo describe como un híbrido entre puré de patatas y tortilla tradicional, haciendo énfasis en su sabor cremoso, posiblemente debido a la abundancia de aceite de oliva.

Posteriormente la protagonista del vídeo prueba el salmorejo cordobés, al que compara con un “cold paste”, subrayando su densidad gracias a los tomates, pimientos y pan que lo componen. Este plato se sirve con jamón serrano y huevo duro y para ella representa una versión más espesa y contundente del gazpacho. La receta tradicional cordobesa, tal como explica, la deja completamente sorprendida por su intensidad y textura.

La experiencia gastronómica se amplía con una cata de vinos en la región vinícola de Montilla-Moriles. Prueba el Fino Pedro Ximénez, un vino ligero pero con un fondo dulce que le recuerda al jerez, aunque elaborado mediante un proceso distinto. Su impresión sobre este vino es clara: “It’s juicy but dry at the same time”.

Ya por la tarde, la viajera cruza el histórico Puente Romano, construido en el siglo I a.C., donde reflexiona sobre el peso de la historia que impregna cada rincón de Córdoba. Aunque reconoce que visualmente no es el puente más espectacular, sí enfatiza su antigüedad y el valor histórico que representa caminar por una estructura de más de 2.000 años.

El almuerzo tiene lugar en Puerta Sevilla: un restaurante tradicional situado en el barrio de San Basilio. Allí degusta platos representativos de la gastronomía cordobesa en un patio andaluz. Uno de los momentos cumbre es el descubrimiento de las berenjenas fritas con miel de caña, que define como delicadas, crujientes y con una “molassy depth” gracias al contraste entre lo dulce del sirope y lo salado de la berenjena.

Sin embargo es con la mazamorra cordobesa cuando se queda literalmente sin palabras: “We’re eating history right here”, una sopa fría espesa que se prepara con ajo, almendras, pan, vinagre y aceite de oliva. Con raíces en la época romana, incluye un toque moderno con cebolla frita, huevas de pescado y uvas frescas, ingredientes que elevan aún más su experiencia. El contraste de sabores, texturas y temperaturas hace que esta preparación pase a ser su favorita del día, por encima incluso del salmorejo.

El momento más esperado llega con el rabo de toro, presentado con una salsa espesa fruto de horas de cocción en vino tinto. El guiso, que se deshace al contacto con el tenedor, es acompañado de patatas fritas y valorado por la viajera como uno de los platos más sabrosos que ha probado, destacando el protagonismo del romero en la receta.

A punto de dar por terminado el día, aún se guarda un hueco para el postre. Elige el Pastel Cordobés: una tarta crujiente rellena de cabello de ángel, acompañada con helado de vainilla. El maridaje propuesto por el camarero, nuevamente un Pedro Ximénez, esta vez en su versión dulce y oxidada, le parece tan espeso como un jarabe. Describe sabores a “raisins, dark spices, anise, cardamom”, y lo compara con un segundo postre por sí solo.